Nosotros intentamos escaparnos a descubrir sitios nuevos siempre que podemos, por España y por Europa, no falla que nos llevemos algún libro con nosotros, al menos uno por niño.
Siempre hay momentos de espera en algún espectáculo, tardes de lluvia, épocas y países en los que anochece demasiado pronto o cierran todo antes de lo que se suele hacer en España.
Nunca es pronto o tarde para empezar a familiarizar a tus hijos con otro idioma. Nuestros hijos saben, cuando viajamos fuera de España, que, si ven un libro en inglés o en francés que les gusta, se lo compramos, uno por viaje. Al principio lo hacían por los dibujos, las ilustraciones, pero poco a poco preguntan, qué significa esto, ¿y está palabra?
Nuestra hija mayor, que tenía once años en el verano de 2020, en nuestro viaje a Alemania, sin tener ni idea de alemán, se cogió una revista de niños en uno de los museos a los que fuimos y nos pidió el móvil para ponerse a traducirla, apuntando en un cuaderno todo según iba avanzando… Ella domina el inglés, está empezando con el francés y no tiene ni idea de alemán, pero las ilustraciones le empujaron a querer saber, y el hábito la hizo querer entender. Uno de mis mejores momentos en el viaje de veintidós días que hicimos por carretera entre Madrid y Munich fue ese, ver sus ganas de descubrir, aprender y saber.